¿EN QUÉ CONSISTE SER PROFESOR? Una reflexión acerca de mi misión, visión y fines personales del sect
- Daniel Álvarez Fernández. Madrid, 05/01/2017
- 5 ene 2017
- 44 Min. de lectura

ÍNDICE:
Introducción: Mi historia
Concepto de enseñanza
Concepto de formación
Concepto de educación y el sistema educativo
¿Qué es ser un profesor para mi?
¿Qué es ser un estudiante para mi?
Mis fines educativos: Un mundo más feliz
Mis valores educativos: La Bondad y la voluntad bondadosa
Mis valores educativos: El trabajo para la Paz
Mis valores educativos: La Justicia empática
Mis valores educativos: La Libertad
Mis valores educativos: El enfoque Inteligente
Mis valores educativos: La Excelencia
Un breve comentario acerca de la Calidad en el sistema educativo
Conclusiones
Introducción: Mi historia
Me parece que lo primero es presentarme y poner un poco en situación toda esta reflexión que vamos a realizar. Me llamo Daniel Álvarez, tengo 28 años y voy a ser profesor.
A modo de breve resumen, nací el primero de dos hermanos en una familia bastante conservadora y bien posicionada. Mi padre es un referente a nivel europeo en el sector en el que trabaja y mi madre ha seguido la profesión más común en mi familia, que es la de ser maestra de escuela. Se conocieron en el instituto y empezaron a salir en la universidad. Familia católica muy practicante. Creo que hay pocas familias mejor estructuradas. Nunca nos ha faltado de nada y creo que realmente he podido disfrutar estos años bajo el techo que me han proporcionado.
Fui estudiante durante 13 años en el colegio donde mi madre impartía clase, por lo que para mí fue mi segunda casa. Los profesores eran amigos de la familia con los que a veces hacíamos escapadas los fines de semana. Era bastante travieso y a veces acababa castigado o suspenso, pero nunca vi a los profesores como enemigos, más bien, entendía su postura como semejantes a la figura de mi madre y un apoyo para continuar.
Mis padres intentaron calmar mi exceso de energía y me apuntaron a karate a los 5 años. Este fue un punto crítico en mi desarrollo porque los Bu-Do (el karate no es solo un arte marcial) fortalecen a los practicantes con un “camino” o “filosofía de vida” rica en valores y principios. Como podréis imaginaros, al trabajar un camino marcial durante más de 20 años (y lo que me queda) muchos de los preceptos de dicha forma de vida consiguen transcender en la vida del practicante.
Me aconsejaron que para profundizar mis conocimientos en el karate me sacara una titulación de monitor y empezara a dar clases, e hice bien siguiendo dicho consejo. En los años que estuve impartiendo clases extraescolares descubrí que la docencia era muy gratificante y fue la primera vez que me plantee ser docente de profesión.
Estudié ciencias ambientales en la facultad, eligiendo dicha carrera únicamente porque para mí era importante profundizar en el conocimiento del universo y todas sus ciencias: matemáticas, física, química, biología, geología…; Si bien es verdad que es una carrera criticada por no especializarse en nada, también es verdad que es la única hasta la fecha que toca todas las ciencias y permite su interrelación. Sinceramente, estoy orgulloso de ser ambientólogo, aunque sea un perfil no demandado que no reconozca ni el corrector ortográfico.
Continuando con el argumento anterior y dado que hay una necesidad imperativa para comer, me vi forzado a especializarme eligiendo un master en sistemas integrados de calidad, medio ambiente y riesgos laborales. Y este fue otro punto importante en mi carrera porque me puso en contacto con los temas de gestión “de calidad”. Desempeñé varios trabajos como responsable de un par de sistemas de gestión empresariales y me volví una persona que reconocía el valor de la metodología.
Entonces ocurrió que hubo una vacante en una consultoría de gestión y para mi sorpresa demandaban un ambientólogo que supiera de gestión empresarial. Las consultorías son lugares que tienen algo único, y es que su forma de sostenerse se basa en guardar y disponer de mucho conocimiento, por lo que fue una época de aprendizaje. Ésta en concreto, especializaba su trabajo asesorando con EFQM (European Foundation for Quality Managment), que es el modelo de excelencia en gestión europeo más completo hasta la fecha.
Nuestro mayor volumen de clientes en consultoría eran sobre todo fundaciones o ONGs que trabajaban en el tercer sector. Este sector tiene un problema importante, y es que está muy desorganizado a nivel de gestión. Es por ello que la administración ha resuelto incorporar en los criterios de evaluación para conceder becas la disposición de certificaciones de su sistema de gestión, asique coordinaba mi trabajo con los clientes realizando áreas de mejora que fueran útiles en su trabajo del día a día.
Además, entre las muchas funciones que desempeñaba como consultor, la que descubrí que más disfrutaba era la de impartir la formación que fuera demandada. Y fue en este punto fue en el que me decidí a ser docente.
A imitación de mis compañeros de trabajo, saqué una titulación como Evaluador Básico de EFQM con la que podría empezar a realizar oficialmente evaluaciones a organizaciones.
Cuando el volumen de trabajo disminuyó me enfoqué a lograr mi nuevo desafío y decidí comenzar el master de formación del profesorado, que era requisito indispensable para dar clase. Durante este tiempo, mi alarma de consultor se ha disparado al comprobar lo inadecuado de la normativa legal y el nivel de exigencia en la gestión que se exige, enseña a docente y acepta como válido en el sector educativo.
También he percibido cierta incoherencia entre las ganas de transmitir valores por los futuros docentes con una baja reflexión de ellos. Que es lo que me ha dado pie a desarrollar este trabajo, ya que, aunque nunca he querido ser una persona inconsciente de las cosas que valora, creo que es responsabilidad de una persona que va a ser ejemplo de una forma de vida el intentar analizar en profundidad dicha forma de vida. Es por eso que este trabajo está dedicado a mis fines educativos, que tienen que ver con el desarrollo de mis propios valores.
Por ser algo más positivo, he de decir que desde el primer día me he sentido identificado con las ideas y personalidades que he conocido en el master, a un nivel en el que ningún otro trabajo ha conseguido llegar. Creo que en este tiempo he confirmado que tengo vocación más allá de solo intuirlo.
Mis futuros objetivos profesionales pasan por aprobar la oposición y dedicarme unos años a la docencia de biología y geología, sin dejar de compaginar mi trabajo puntual como consultor en gestión. Y quizá, y solo quizá, presentarme a inspector del sistema educativo, con lo que es posible que mi visión de evaluador pueda mejorar algo el sistema actual, que lo necesita bastante.
Concepto de enseñanza
Es un proceso, por tanto, se compone de un conjunto de actividades por las cuales una persona pretende introducir un aprendizaje en otra, que puede o no generar resultados de aprendizaje, en función de varios condicionantes.
El aprendizaje es la adquisición de un conocimiento, comportamiento o respuesta nueva. Es ambivalente: al aprender algo que cambia tus condiciones para bien (aprendizaje) o para mal (olvido). Implica un cambio de conducta cuantificable en un antes y un después.
PROCESOS DE MANIPULACIÓN:
No todos los tipos de procesos son educativos y desde luego, las manipulaciones no lo son. Se caracterizan por la intención de la persona que los utiliza, en los que la persona que enseña oculta algo a la que aprende para que ésta llegue a la respuesta que al manipulador le interesa y no a ninguna otra.
Está gobernada por un agente exterior al sujeto que aprende, sin que éste domine realmente lo que está tratando de aprender, ya que una parte de la realidad queda oculta por la mano del ilusionista, dejando al aprendiz que asuma por realidad a tan solo una parte de ella.
La diferencia de una manipulación e influir (elemento sin el cual la educación no tiene sentido) es determinar si el sujeto que aprende tiene conciencia de qué es exactamente lo que se está haciendo, y de cuál es la meta real que pretende conseguir. Todo educador aspira a influenciar a sus alumnos.
> Manipulación por condicionamiento:
Un tipo de aprendizaje no educativo, ya que su característica es el no respeto en la forma de enseñanza por la libertad del alumno y su dignidad como persona. La manipulación activa mecanismos psicológicos para que el sujeto adopte la conducta esperada (condicionamiento positivo) o evite la respuesta no deseada (condicionamiento negativo). Dichos mecanismos pueden ser miedo, deseo de pertenencia, deseo de percepción ante los demás, imitación, contagio de conducta, publicidad...
Pero es verdad que en algunos casos sirven para evitar daños mayores mientras no son capaces aún de razonar, hasta que puedan desarrollarse y llegar a aprender de otra forma.
> Manipulación por adoctrinamiento:
Adoctrinar implica una falta de neutralidad, ya que al enseñar se es parcial en la exposición de los hechos, lo que suele estar asociado a una intencionalidad ideológica que motiva dicha parcialidad.
La diferencia principal con la instrucción es la intención, la instrucción también puede ocasionar aprendizaje en ausencia de razón por parte del alumno.
PROCESOS DE INSTRUCCIÓN:
Otro tipo de enseñanza no educativo en el que los aprendizajes del alumno se obtienen por repetición, aprendiendo algo que realmente no le supone un cambio significativo, ya que no lo entiende (ni lo sitúa y ni lo relaciona en su mapa mental) y por tanto tampoco sabe cómo usarlo.
Este tipo de procesos nos enseñan a no pensar y por tanto también aprendemos a no pensar, algo que es peligroso. La instrucción permite ejecutar tareas de forma automática sin mantener activa la inteligencia del que la realiza.
La instrucción puede ser la base para desarrollar conocimientos más avanzados, incluyéndolos en aprendizajes que llamamos educativos ya que la comprensión implica la adquisición y el empleo de conceptos.
> Procesos de adiestramiento:
Aprenden una tarea concreta que requiere habilidad, una destreza. Lograr automatismos por medio de una práctica repetida e imitación. El desarrollo del mapa conceptual es insuficiente, por eso dentro de instrucción. Se deja en un segundo plano el desarrollo de esquemas conceptuales que justifiquen los procedimientos automáticos que se enseñan.
> Procesos de entrenamiento:
Implican un adiestramiento con esfuerzo físico, no solo perseverancia como en el adiestramiento.
Concepto de formación
En ellos, el aprendizaje ha desarrollado en la persona sus esquemas conceptuales propios, se han interiorizado y se aplican a la hora de actuar utilizando los razonamientos y los principios científicos o técnicos aplicables a esa acción.
No solo comprende los contenidos sino los razonamientos que los sustentan y dan valor.
El alumno comprende la importancia de lo aprendido, permitiéndole encontrar soluciones al afrontar situaciones nuevas.
La formación supera la mera instrucción, en el sentido de que el alumno aprende una forma de investigar la realidad, una forma de valorar críticamente lo aprendido o una forma de disfrutar con ello desarrollando en cada caso ideas propias sobre la información que se posee, sobre su valor objetivo para entender la realidad y sobre las satisfacciones que se pueden esperar del aprendizaje realizado.
Puede conducir a situaciones o estados no deseables o centrarse en valores no deseables cuando el educando no haya formado su voluntad como para hacer realidad en la práctica lo que conceptualmente valora: falta de coherencia entre lo que se piensa y lo que se hace (desequilibrio)
Concepto de educación y el sistema educativo
Son procesos de aprendizaje en los que el alumno debe desarrollar algún tipo de esquema conceptual propio sobre lo aprendido, a partir del cual puede usar el contenido que acaba de aprender con ideas propias, incorporándolo a su forma personal de entender las cosas.
Conducir al educando a una situación que cabría considerar como deseable, implica el concepto utópico de la perfección, por lo cual una persona debe ahondar en sus criterios morales. Como cada persona tiene sus criterios morales, el estado de persona educada implica un criterio de juicio moral. La educación persigue varias metas educativas, pero independientemente de su objetivo, una persona educada ha de saber distinguir entre las acciones que le plenifican de aquellas que le degradan y deshumanizan.
La educación ha de buscar la plenitud moral de la persona, plenitud que pretende conseguir con aquellas virtudes específicas para la vida social, a la vez que exige el desarrollo de esas otras virtudes que no nos hacen buenos como ciudadanos, sino buenos como seres humanos, bondad sin la cual las virtudes ciudadanas fácilmente terminan siendo una mera fachada.
Los procesos educativos se caracterizan por buscar un equilibrio en todas las facetas de la vida. Hay varios criterios a mantener en equilibrio en una persona: conseguir una personalidad integrada, sin que el desarrollo excesivo o unilateral de una de esas áreas produzca hombre y mujeres desequilibradas. También se considera desequilibrio a la falta de coherencia entre los valores que posee el educado y la práctica o desempeño de los mismos en su vida.
Este criterio hace referencia también a su calidad de vida, una persona educada busca un estándar deseable, exige su mantenimiento y su búsqueda dinámica entre la frustración y la saturación aberrante.
En definitiva, la educación nos enseña a vivir.
Siempre que una cultura ha perdurado en el tiempo ha habido educación, en realidad, es intrínseca de cualquier grupo humano porque para coexistir se necesitan ciertas normas de convivencia que deben ser aceptadas de una manera general por todos los individuos.
En las organizaciones más desarrolladas, dicha educación se sistematiza para ser más eficaz y efectiva, haciéndose más compleja. Se puede asociar proporcionalmente el nivel de evolución de una sociedad con el de la educación, ya que las sociedades más avanzadas demandan cada vez mayores desarrollos en la educación de sus ciudadanos.
A día de hoy, la educación no solo busca como objetivo la capacitación y obtención de conocimientos para un trabajo, sino el desarrollo como persona individual, social y la búsqueda de una participación ciudadana activa: elementos sin los cuales, una persona no es capaz de vivir en nuestra sociedad de forma digna.
El sistema educativo es un conjunto de elementos que existen, se despliegan y relacionan para dar solución a los objetivos educativos propuestos anteriormente. Dichos elementos son conformados por la administración en representación del estado y las comunidades autónomas, por los centros educativos y por los profesionales del sector de la educación, además, se cuentan también los recursos, estructuras físicas, metodologías, procesos y documentación asociados.
Estos elementos son los que confirma la legislación, pero creo que son insuficientes. Desde mi punto de vista, se puede recibir educación tanto dentro como fuera de la clase, por lo que resumir al sistema educativo en solo los centros con una sistematizada intención educativa es insuficiente. En vez de eso, deberíamos considerar que toda la sociedad contribuye a una educación no sistémica pero sí intencionada, y que por ello es responsable y partícipe del sistema educativo.
Si incorporamos la educación no sistematizada, tenemos que añadir a los colectivos educativos la familia, las personas con las que tienes contacto, las personas interesadas en recibir dicha educación y aquellas interesadas en que se siga impartiendo, es decir: la sociedad en general. El paso de considerar a cualquier persona responsable de lo que transmite e inculca a otras personas es un paradigma importante, ya que, si se considerara de forma exigente y se tomaran medidas normativas asociadas a ello, supondría un cambio radical en nuestra sociedad en un breve periodo de tiempo.
Una vez dicho esto, considero que los alumnos vienen educados hasta cierto punto por una primera educación proveniente de los padres y de la familia, como medio inmediatamente más próximo.
Otro punto que me gustaría destacar es que, a nivel personal, una persona nunca debería dejar de desarrollarse porque no debería dejar de perseguir lo que quiere. Por tanto, el proceso educativo no es finito, sino constante. La idea de dejar de aprender cosas nuevas al salir de un doctorado es errónea y es peligrosa.
¿Qué es ser un profesor para mí?
La profesión de docente es un trabajo, mentiría si dijera que no espero un puesto cómodo, estable y que me permita sostener económica, social y profesionalmente mi forma de vida.
Pero no solo es eso, porque yo ya tenía una profesión, ser profesor ha sido una elección ante una vocación que llevaba tiempo llamándome y que se ha convertido en una oportunidad y un objetivo personal en mi vida. Es una pasión que puedo disfrutar y una recompensa por haber orientado mis logros académicos y profesionales de esta forma.
Se profesor es ser un comunicador y un experto en el arte de transmitir conocimientos. También se supone que somos expertos en nuestra materia, aunque la experiencia me dice que si no sabes algo, siempre se puede aprender, por lo que, más que expertos en la materia, debemos ser expertos en hacerla llegar a los alumnos.
Precisamente porque la comunicación oral es una mis puntos más débiles, ser profesor es una oportunidad para corregirlo; en esta misma línea de pensamiento, es mi oportunidad de desarrollar mis puntos fuertes como el diseño de juegos o la curiosidad por el desarrollo de la ciencia.
Desde el punto de vista de la gestión, ser un profesor implica saber gestionar los procesos asociados a tu puesto, que generalmente son procesos de enseñanza de asignaturas, así como procesos de tutela. Ser un profesional implica saber planificar, ejecutar, medir y mejorar todo aquello que realizas. Los profesionales que son buenos no se limitan a hacer bien únicamente la parte de ejecución. Es más, me atrevería a decir que la diferencia de un profesional bueno a uno que se cree bueno es la orientación a la mejora continua.
Evidentemente, a lo que se dedica un profesor es a enseñar una materia. Pero creo que vengo a impartir enseñanzas y no a instruir personas. A su vez, esa enseñanza debe ser educativa, es decir, que no puedo enseñar cualquier contenido ni de cualquier manera, teniendo en cuenta, las necesidades del alumno.
Muchas veces hemos comentado en clase que la educación es un motor del cambio, y la educación en valores comienza en la ejemplificación de esos valores en la figura del profesor. No sé si llamarlo revolucionario, pero un profesor no debería dejar a sus alumnos indiferentes sin animarles a llenar su vida con cambios de comportamiento a mejor. Y, como ya he dicho, debe ser ejemplo y embajador de esos valores que él elige.
Además, como persona educada, no puede menos que elegir ciertos valores cívicos para una correcta convivencia y demostrarlos, como tratar a los alumnos con respeto, justicia e igualdad de oportunidades. Espero del puesto de profesor que no sea una pieza más de una maquinaria de producción, sino que dé a cada alumno un trato individualizado y personalizado.
En la figura de orientador, el profesor es supervisor y redirector de los estudiantes a su tutela, pero deja que ellos decidan por sí solos sus objetivos y sus acciones.
Steiner, Lecciones de los Maestros: “El deseo de conocimiento, el ansia de comprender, está grabada en los mejores hombres y mujeres. También lo está la vocación de enseñar. No hay oficio más privilegiado. Despertar en otros seres humanos poderes, sueños que están más allá de los nuestros; inducir en otros el amor por lo que nosotros amamos; hacer de nuestro presente interior el futuro de ellos: ésta es una triple aventura que no se parece a ninguna otra.”
¿Qué es ser un estudiante para mí?
Creo que nunca de deja de estudiar o de educarse, asique ser un estudiante es, simplemente, ser una persona consciente de sus necesidades de desarrollo que está intentando satisfacerlas para ser feliz.
Cualquier persona inteligente es mínimamente inconformista. Queremos romper con nuestras limitaciones y abrirnos, como proponía Steiner, a poderes y sueños que están más allá de los nuestros. Los estudiantes no son una excepción, es más, están aquí por su futuro, y es evidente que los profesores tenemos que promover esas ilusiones y no cercenarlas. Debemos creer en ellos para que puedan optar a una vida mejor.
Los estudiantes van a pedirme lo mismo que yo pediría a alguien que tiene que educarme: que conozca la materia, tanto el contenido como la estructura de planificación de su asignatura y que dicha asignatura sea parte de mi pasión. Además, siendo asignaturas de ciencias, esperan poder experimentar e intentar llegar o refutar las teorías que se les explican.
Los estudiantes son personas que vienen con un esquema mental y unos conocimientos previos derivados de sus experiencias. No son lienzos en blanco.
Me van a demandar que los motive, y, aunque no sé si deberían venir motivados de casa, creo que para una mayor cooperación, resultados y un mejor ambiente en clase sí debería de hacerlo con algún tipo de estímulo.
En cuanto a lo que espero yo de ellos, no puedo más que citas dos pasajes de los textos leídos en clase, con los que me siento muy identificado: “Ver Interés en lo que se explica, observar una capacidad de reflexión sobre lo que decimos, (…) descubrir que han sabido Incorporar lo que han oído tanto a su estructura mental como al conjunto de su existencia, percibir deseos de superación para que se decidan a luchar por el pleno desarrollo de sus posibilidades.” “Es lógico que tengamos la secreta esperanza de facilitar a nuestros alumnos que sean buenos.”
Mis fines educativos: Un mundo más feliz
Creo que el objetivo detrás de todos los demás que da valor a la vida es que la persona se sienta feliz, y por ello debe poder desarrollarse al menos hasta el punto en que cada persona esté capacitada para darse cuenta de cuáles son sus necesidades, cómo poder satisfacerlas y cómo poder obtener las herramientas para poder ponerse a satisfacerlas.
Según Maslow, las personas de una forma consciente o sin darse cuenta van generando cada vez más necesidades para ser felices. Empiezan en un nivel con necesidades básicas y a medida que se van cubriendo, experimentan la necesidad de otras nuevas más complejas.
Hay filosofías que buscan la felicidad, no en satisfacer cuantas más necesidades mejor, sino en evitar la creación de necesidades, pero desde un punto de vista educativo no me queda más remedio que rechazarla ya que la educación es desarrollo y crecimiento, lo que implica nuevas experiencias y nuevas expectativas.
Las necesidades, sobre todo aquellas que nosotros creamos, y que al final nos vienen dadas en forma de expectativas las podemos concretar en requisitos para convertirlas en objetivos con los que podemos trabajar de una forma no subjetiva y consciente. Este es el primer paso para tomar las riendas de una vida plena, libre y consciente.
Mi opinión se fundamenta en que ya que hacemos cosas, lo suyo es que una persona inteligente no las haga porque sí, sino que todas las acciones que realicemos deben estar encaminadas a lograr sus objetivos. Por ello, con un objetivo en mente, las acciones que realizamos dan resultados útiles que nosotros percibimos de una manera más o menos satisfactoria.
Según este argumento, si queremos ser felices debemos cumplir aquello que nos hemos marcado como objetivo. Y a veces no se cumplirán porque las acciones que llevamos a cabo no serán eficaces, o costarán mucho de alcanzar porque no son eficientes. Aquí es donde entra en juego la educación: la educación no deja de ser una herramienta y un medio para que la persona pueda alcanzar sus objetivos, y por tanto ser feliz, de una forma más eficaz y eficiente.
La educación da coherencia a la forma de vivir asimilando ciertos valores que se empezarán a detectar como correctos, amplía el espectro de decisiones y oportunidades aprovechables y mejora nuestro análisis de la vida permitiendo discernir una mejor toma de decisiones.
El aprendizaje de una persona no debe ser solo una capacitación para poder obtener un trabajo (que no deja de ser una herramienta imprescindible para poder satisfacer necesidades básicas y de realización personal), sino un medio para que pueda desarrollarse en todos sus aspectos; implica crecer en valores, experiencias, conocimientos, habilidades y capacidades.
En definitiva, la educación capacita a la persona para que pueda ser feliz. Si consideramos la felicidad como el valor central de la vida, la educación es el soporte que permite el desarrollo digno de la vida.
Y yo, como persona y en la figura de responsabilidad de un educador, es lo que pretendo: que las personas que pasen por mi cuidado puedan desarrollarse de forma independiente según lo que ellos decidan y hasta el punto en el que lo necesiten para que puedan ser felices.
Pero la felicidad es, cuanto menos, complicada. Es personal, percibida, puntual, caprichosa y variable. Al final, requiere de formación, esfuerzo y dedicación personal. Sin unos valores determinados, la felicidad individual parece difícil y ya si deseas vivir en sociedad (algo que suele apetecer a la mayoría) con la elección de valores individuales de cada uno, el tema parece que se vuelve imposible. Pero tengo “suerte”, porque mis valores personales han sido diseñados precisamente con la felicidad en el centro, asique ésto es lo que puedo aportar con mi ejemplo.
Conseguir un mundo más feliz es un desafío solo posible si hay una voluntad bondadosa, un enfoque inteligente orientado a conseguir resultados, una disciplina de mejora continua (excelencia), una amabilidad, cooperación y respeto a las personas, a la palabra dada y a lo que hacemos; y, por supuesto, optimismo de cara al futuro.
Al final, mis objetivos como docente no consisten únicamente en inculcar conocimientos de mi materia, sino en enseñar ciertos valores a mi alumnado, algunos de los cuales paso a justificar a continuación.
Mis valores educativos: La Bondad y la voluntad bondadosa
La bondad es una cualidad o condición de algo. Creo que si hay algo bueno en el mundo, debe ser aquello que nos permite precisamente ser felices. Y si hay algún mal, debe ser aquello que nos impida ser felices. Ésta es mi idea del bien y del mal. Y como no existe únicamente el blanco y el negro, tenemos una amplia paleta de grises en los que decimos que algo es más o menos bondadoso o bueno, y algo es más o menos malvado o malo.
Además, la felicidad no es un estado constante, es temporal, incluso puntual. Por lo tanto, la bondad o maldad de algo puede variar en función del tiempo. No pasa nada por no ser felices siempre, pero hay que orientarse a evitar precisamente los actos que ocasionan daños irreparables en un futuro.
A veces, realizar un pequeño mal en el presente puede acarrear un bien mayor en el futuro y viceversa. Incluso pueden tener conclusiones imprevistas que también hay que saber asumir. Por eso, las actuaciones que tomamos deben considerarse también en función de las consecuencias y asumir la responsabilidad de los actos.
Como la felicidad es una percepción, la bondad de algo es relativa a la experiencia en cada persona, para buscarla se debe hallar un modo de acuerdo social o conlleva un riesgo de equivocarse. A pesar de ésto, el miedo a causar un daño no debe ser impedimento para tomar decisiones y actuaciones cuando se crea necesario. Pensar que la solución es evitar todo lo esencialmente discutible, es dirigirse a un camino que no conduce a ninguna parte. Es necesario ser valiente para optar por un camino más bondadoso.
Pero aunque sea un resultado, el enfoque o la intención con la que se ejecutan las acciones importa, y es lo que marca la diferencia: los elementos bondadosos han sido llevados a cabo con una intención bondadosa: sin ella, aunque el resultado sea feliz, la acción deja de ser bondadosa. Cultivar esta intención es el primer paso en el aula.
LA BONDAD COMO FIN EDUCATIVO:
Quería matizar aquí que la educación es un proceso bondadoso ya que permite que la sociedad sea cada vez más feliz por medio de profesores que han elegido ellos mismos ayudar a otras personas.
Enseñar a las personas a “hacer el bien” o a tomar decisiones y actuar de una forma que tengan en cuenta como resultado la felicidad que perciben los demás, es uno de los mayores logros sociales que puede inculcar una persona.
Por tanto, lo qué espero fomentar como profesor es lo siguiente: Que decidan qué consideran bueno y qué malo para ellos, que sepan distinguir lo que les produce felicidad de lo que se la quita, que tomen decisiones en función de criterios, valoren de cómo afectan las consecuencias a todas las partes, sean capaces de hacerse cargo de las consecuencias de sus acciones; que acepten las equivocaciones, que aprendan a conversar y a discutir para poder entenderse, etc…
Mis valores educativos: El trabajo para la Paz
La paz es una de las condiciones sin las cuales no puede darse una sociedad feliz. Por tanto, estamos trabajando a nivel de sociedad. Si buscamos vivir en sociedad procurando la felicidad tanto en nosotros como en el conjunto de las personas, no podemos vivir sin una armonía, un respeto, una cooperación y un equilibrio. Por tanto, la paz es una condición bondadosa a nivel de sociedad.
Generalmente lo más sencillo es definir la paz como la no violencia, entendiendo la violencia como algo malvado que posee un potencial para destruir e impedir la felicidad de la sociedad. Llegar a un concepto de paz positiva cuesta más pero es más beneficioso para desarrollar el valor y poder sensibilizar. Si bien es verdad que podemos definir indicadores en función de comportamientos para ver si somos una sociedad violenta o “no pacífica”, sería más interesante definir actuaciones que nos demostraran nuestro desempeño pacífico.
Y aquí entra en juego uno de los valores que asimilé del karate do: el camino de la mano vacía. Como recordaréis, había presentado el karate como un Bu Do, un “camino” o “filosofía” del guerrero. Y aunque esto suene muy mal hablando de paz, realmente la connotación que tenemos de guerrero o soldado en occidente difiere radicalmente del pensamiento oriental.
En Japón, el kanji de la palabra guerrero se compone por otras dos raíces que significan “parar/impedir” y “daño/arma”. En efecto, el concepto oriental de un guerrero es de una persona que vela y guarda la paz, no tiene ni siquiera relación con portar un arma o saber golpear, tiene que ver con la preferente resolución pacífica de conflictos.
El objetivo último detrás de los practicantes de filosofías marciales orientales es única y exclusivamente la búsqueda de la paz. Incluso uno de los objetivos del Bushido es salvaguardar la vida pacífica de la gente. Es bastante conocido que la palabra samurái significa “servidor”, porque en su origen fue una clase preferente que nace para ayudar al pueblo.
El bushido, o camino del guardián de la paz, se define en torno a 7 valores o principios por los cuales una persona puede ponerse al servicio de una sociedad pacífica. No estoy de acuerdo con la interpretación que se les da a todos, pero los cito aquí a continuación, y me parece muy interesante que los veáis, no desde el punto de vista de un guerrero, sino de un ciudadano o de un profesor:
1.- Coraje: Una persona debe tener la valentía suficiente como para tomar decisiones que le afectan a él y a la sociedad de la que participa, para que en conjunto pueden vivir de forma plena e inteligente. Aún si se equivoca, toma la iniciativa y asume las consecuencias de sus actos.
2.- Cortesía y humildad: El respeto se gana por las acciones con las que uno demuestra quién es en realidad. Una de estas oportunidades reside en el trato que demuestras a tus semejantes.
3.- Compasión: Poseer mayores capacidades que otra persona no te da su respeto, pero te hace digno de poder ayudarla, con lo que seguramente te ganes su respeto.
4.- Justicia: Cada persona debe considerar lo que para él es su propia justicia y actuar en consecuencia. (Aunque la justicia de los antiguos samuráis no era precisamente la empática que yo defiendo)
5.- Honor: Es la capacidad para valorar, entender, cuidar y salvaguardar el mundo mejor que estás construyendo. Y sí, quizá es la primera vez que os planteéis que el concepto de honor está relacionado más con la mejora continua y la excelencia que con el orgullo.
6.- Lealtad: Cuidado de las personas que te importan, de aquellos de los que eres responsable, de las acciones que realizas y de la palabra dada.
7.- Sinceridad: Implica ser consecuente y desencadena el acto de hacer.
Al final, de lo que nos habla en el bushido es de normas de convivencia y cooperación para obtener resultados sociales: Si la sociedad en la que vivimos piensa que tiene una serie de necesidades sociales traducidas en objetivos sociales, entonces es más interesante que nos comuniquemos de forma efectiva y nos ayudemos entre nosotros para conseguir alcanzarlos, en vez de enturbiar las condiciones para que al final nadie acabe consiguiendo lo que se propone o se dificulte el camino.
Tras reflexionarlo, mi concepto de paz positiva se traduce en desarrollar acciones con una intención bondadosa para conseguir y mantener en el tiempo resultados y percepciones sociales cada vez más elevadas de armonía, cooperación, realización personal y felicidad.
LA BÚSQUEDA DE LA PAZ COMO FIN EDUCATIVO:
Si la paz es un requisito sin el cual la felicidad social no es posible y la educación es una herramienta para capacitar a las personas a vivir felices también en sociedad, parece fácil entender que la educación debe abordar también aprendizajes para que las personas integren actuaciones pacíficas en su comportamiento.
Mientras haya una nación donde reine la violencia, no podemos aceptar que no se eduque para la paz en las escuelas.
Por tanto, qué espero fomentar como profesor: Identificación de los objetivos a nivel personal, de aula y de centro; igualdad de oportunidades, respeto, toma de decisiones, responsabilidad, compasión, justicia empática, comunicación, empatía, integración, diversidad, cooperación, transparencia, coherencia, resolución pacífica de conflictos y participación responsable en la ciudadanía.
Otra razón para fomentar la paz social (así como la justicia y la libertad) en el aula es la siguiente: El artículo 10 de la Constitución dice que la paz social es un derecho fundamental; y en la LOMCE se determina que los estudiantes deben trabajar una serie de valores, entre ellos el trabajo por la paz, la libertad y la justicia.
Mis valores educativos: la Justicia Empática:
Es la capacidad para valorar y obrar en función de la percepción y situación de todas las partes interesadas para lograr el bien.
Hay muchos conceptos de justicia en el mundo, cada persona debe creer en el suyo según lo entiende. Yo entiendo que las personas deberían juzgar desde los valores del objeto del juicio.
Entiendo que la sociedad no haga ésto y juzgue conforme a los de su persona, por comodidad o por no plantearse que existe otra forma de hacer las cosas. Y no soy quien para dictaminar que esté mal: los juicios de valor (obtener una impresión de una algo o evaluar un comportamiento) vienen innatos evolutivamente, para conseguir información del medio, procesarla y sobrevivir, cuestionarse y anular la mayoría de los juicios personales es un pensamiento opuesto a lo instintivo.
Si preguntamos acerca de la regla de oro del trato con justicia, lo más probable es que oigamos lo siguiente: “trata a los demás como querrías que te trataran a ti” o “no hagas a los demás lo que no quieras que te hagan a ti”. Esta regla se encuentra bajo distintas formulaciones en prácticamente todas las culturas, religiones o filosofías, como una regla fundamental. Está socialmente aceptada, y aquí está el primer problema: aunque dicho tipo de justicia sea efectiva en un 97% de los casos, hay un volumen que se queda sin comprensión. Y la justicia, o alcanza el 100% de los casos, o por definición no es justicia porque es injusta.
El segundo problema es que esta justicia empática requiere de una condición: entender al otro. Y es una condición tremendamente complicada: conocer los valores de una persona, sus condicionantes, su historia, su manera de pensar y sus intenciones requieren tanto de unas capacidades de escucha y percepción (que no todas las personas poseen), como de un esfuerzo de comunicación de las mismas (que tampoco se suele dar ante extraños).
Por eso, muchas veces diré que casi nadie puede juzgar a otra persona. Es más, si te empeñas en juzgar existe la posibilidad de equivocarse. ¿Se debe hacer? ¿Quién tiene la autoridad para hacerlo? Pues creo que aunque sea complicado actuar así, se debe perseguir esta línea de actuación cuando el daño al juzgar sea menor que la resolución de no tomar ninguna decisión o cuando la persona que juzga considere y de permiso al juez porque considere que ya tiene suficiente conocimiento y comprensión de su vida para hacerlo.
Claro, me vais a decir que una sociedad empática regida por códigos de conducta empáticos personales parece una utopía. Pero para eso está la educación, ¿no? Quizá no sea un resultado que nosotros lleguemos a ver, pero la historia nos demuestra que muchos ideales han ocasionado revoluciones sociales, y ésta podría ser una de ellas.
Hasta ahí mi concepto de valorar con justicia. Pero cualquier acción debe perseguir un fin, y si el objetivo de la justicia es buscar la felicidad, tiene que llevar asociadas unas acciones justas desencadenadas por dicha valoración.
Estas acciones que establecen justicia deben ser correctivas (buscando una compensación en aquellos aspectos que han sido dañados y que impidan a los sujetos ser felices) y preventiva (basándose en los procesos de enseñanza para cambiar comportamientos y procurando cuando se puedan que sean educativos en valores si el sujeto puede recibirlos), pero nunca debe castigar o limitar la libertad personal.
Repito que no es una justicia de la que emane una furia vengativa y recta, sino una compensación que nace de la bondad y la compasión de las personas.
En otras palabras, y relacionándolo con el concepto de igualdad:
Yo no entiendo por justicia buscar la igualdad de resultados para todos, sino buscar el bien para todos, un fino matiz en que deben tener en cuenta las acciones que se plantean. Buscar el bien para todos es permitir que cada uno pueda ser feliz y se desarrollen de la manera que elijan, no asegurar que sean felices como resultado. La felicidad es solo responsabilidad personal e intransferible de cada uno, lo que el resto de personas podemos hacer es ser compasivas y decidir ayudar a quienes lo tienen más difícil.
Muchas veces, desde un punto vista propio es más cómodo entender (o no se entiende de otra forma) que todos somos iguales y hacemos, sentimos, pensamos y estamos condicionados- y por tanto merecemos- un trato justo de la misma forma. Yo he rechazado la igualdad entre personas por la aceptación y empatía con las mismas, y el procurar dar un trato diferente a cada uno, más personalizado según lo que perciba que convenga.
Decir que las personas son iguales es una mentira, no lo son: cada una tiene sus capacidades, sus puntos fuertes, sus puntos débiles, sus gustos, su personalidad, sus experiencias… Tanta diversidad es lo que nos hace especiales, extraordinarios y únicos. Creer que todos merecemos el mismo trato o que haremos lo mismo con nuestra vida implica pensar que no tenemos ninguno de esos matices que nos diferencian.
Pero aunque no creo en la igualdad entre personas y los resultados que obtienen, sí creo en la igualdad de oportunidades y que luego cada uno con esfuerzo y dedicación alcance lo que le corresponda. No porque procurar una igualdad de oportunidades sea una obligación social, sino porque las personas eligen ser compasivas entre sí.
LA BÚSQUEDA DE LA JUSTICIA COMO FIN EDUCATIVO:
La escuela debería de ser un sitio para desarrollar personas diferentes, por tanto es el primer sitio donde deberíamos fomentar la diversidad y las elecciones personales de cada uno, empezar a conocernos entre nosotros y a comprender y valorar que hay más percepciones que las propias y que, para actuar, se debe tener cierto criterio moral.
Que entiendan que cada persona tiene sus propios objetivos y que uno de estos criterios para tomar acciones puede ser precisamente ayudarles alineándolos con los tuyos propios. Que entiendan que el esfuerzo y la dedicación son necesarios para ser feliz y que dicha felicidad se trabaja, no viene por derecho social.
Mis valores educativos: la Libertad
La libertad es la capacidad para decidir y realizar acciones, aceptando las consecuencias de esos actos.
Si para ser feliz necesitas cumplir una serie de necesidades y unos objetivos que te marcas y no puedes realizarlos, vas a ser infeliz siempre. La libertad la considero el primer valor necesario en las personas para que puedan ser felices. Es por eso que se ha reconocido como derecho en muchas sociedades.
Mi valor personal de hacer primar la libertad implica la libertad personal y de tus semejantes: no basta con hacer primar tu libertad personal, sino también darle importancia a la del resto. Ésto significa que si tus acciones pueden limitar o manipular con ánimo de limitación las del prójimo, no estás respetando el ideal de libertad porque estás controlando y bloqueando las de la otra persona.
Es cierto que muchas veces habrá conflictos de intereses: acciones que decidirías poder realizar y que limitarían las de otras personas, pero ahí entran en juego tus otros valores como persona para poder valorar y evaluar cómo deberías comportarte. Educar para la libertad por tanto también implica educar en otros valores, como dijo Platón. La educación debe abordar también temas de igualdad de oportunidades, trato con justicia, asertividad, responsabilidad, tomar decisiones racionales, control de impulsos, reconocer tus necesidades, evitar ser manipulado, etc…
El primer paso para ser libre es ser consciente de que se puede serlo. Muchos estudiantes recorren el camino que quisieron sus padres sin posibilidad de plantearse que ellos tienen otra oportunidad diferente. El segundo paso es decidir ser libre y tener el coraje suficiente como para enfrentarse a aquellos que no respetan nuestras elecciones.
Solo cuando puedes decidir tu propio camino, tus valores y no tener que fingir tu personalidad puedes comenzar a trabajar en tu propio proyecto de vida, que al final es una planificación de todas aquellas acciones enfocadas a cumplir los sueños que nos hacen felices. Si queremos ser felices, lo primero es enfocarnos en aquellos sueños que hemos considerados dignos de nosotros y ponernos a trabajar para lograrlos. La verdadera libertad reside en forjarnos y trabajar por una misión, una visión, unos valores y unos objetivos que nos permitan ser felices.
Relaciono el concepto de libertad con el de educación a través de otra idea muy importante y es que los alumnos, como personas a las que respeto pero soy consciente de que necesitan ayuda, van a elegir su camino ellas mismas. Y yo, en mi labor de orientador, les enseñaré las mejores alternativas y les daré herramientas para ayudarles a recorrer ese camino, independientemente de que personalmente no lo valore adecuado o crea que es erróneo. Si bien evaluaré periódicamente su evolución personal e intervendré para reorientar cuando considere que se están equivocando, también debo de ser algo humilde y pensar en que, para convertirse en mejores personas que yo, deben de tomar decisiones diferentes a las mías.
Para alinear esa elección de camino escogido con cada alumno, el trabajo del profesor consiste en observarles y analizar sus puntos fuertes, debilidades, fortalezas y destrezas en cuanto a capacidades, valores, experiencias y conocimientos. En función de ello, podremos orientarles mejor y de manera personalizada, respetando así su identidad y reforzándola hacia la obtención de su “mejor versión” que les permitirá cumplir su proyecto de vida.
LA LIBERTAD COMO FIN EDUCATIVO:
Si la educación capacita a las personas para que puedan realizar acciones y ser felices, la libertad les permite tomar esas decisiones y hacer realidad esos deseos que se proponen.
Libertad y educación son complementarias, al final la educación libera a la persona en el sentido de que le permite elegir mejores elecciones. Y los conocimientos y capacidades aprendidas rompen limitaciones que puede que incluso desconociera la propia persona. Por otra parte, educar a una persona sin un proyecto de vida resulta ineficiente y egoísta, para fines socialmente económicos.
Si bien es verdad que quizá todavía no posean la capacidad para planificar el comienzo de su vida a esa edad tan temprana, también es verdad que a nadie -salvo los afortunados que reciben sesiones de coaching- se les enseña cómo hacerlo.
Más que preguntarnos si están preparados para ello, deberíamos preguntarnos si alguna vez vamos a prepararlos y considerar implantar este tipo de enseñanzas (que me consta que pueden ser muy fáciles y divertidas) a una edad temprana para que sean capaces cuanto antes de tomar las riendas de su vida.
Educar para la libertad consiste en impartir aprendizajes de varios puntos importantes:
Las personas educadas deben aprender a realizar análisis personales: Detectar sus necesidades, identificar qué cosas les hacen felices, ser conscientes del ambiente que les rodea, conocer las capacidades de todas las personas y valorarse en ellas, identificando sus puntos fuertes, debilidades, fortalezas y vulnerabilidades; conocer sus limitaciones actuales, sus deberes, derechos y responsabilidades…
Deben aprender a elegir sus valores personales y a definirlos como parte de su conducta en acciones.
Sería muy aconsejable que aprendieran a valorar los beneficios que aporta la educación y las amplitudes de mira que ella permite. Que sepan qué es ser independiente o dependiente de algo y detecten manipulaciones hacia su persona.
Deben aprender a elegir y fijarse objetivos personales, planificarse, valorar las posibilidades que tengan, gestionarse el tiempo, evaluar riesgos y sus consecuencias, etc… Y luego, aprender a evaluar, aprender y mejorar de su desempeño en dicho proyecto de vida.
¡Qué complicado es ser verdaderamente libre!
Mis valores educativos: el enfoque Inteligente
Defino inteligencia como la capacidad de un ser vivo para conseguir sus objetivos: dicho individuo será más inteligente si es más eficaz y eficiente al realizar acciones para conseguirlos.
Como es una capacidad, es desarrollable con esfuerzo y tiempo hasta completar el potencial de cada persona. Y tiene sentido que sea desarrollable si el objetivo de este valor es facilitar la obtención de felicidad, ya que ésta debería estar al alcance de todos.
Una persona no es más capaz por ser más habilidosa (tener más habilidades) sino por ser más eficaz respecto a lo que se propone de la forma en que lo hace. También quiero destacar la idea de que una persona que tiene más facilidad puede tener menos talento que otra que no lo cultiva, porque las capacidades no se mantienen estables, y si no aumentan tienden a disminuir.
Pero la gente no realiza las cosas de la misma forma, ésto es así porque tienen capacidades diferentes y por tanto formulan y ejecutan estrategias diferentes. Me identifico como defensor del modelo de inteligencias múltiples, cuyos puntos clave paso a describir brevemente a continuación:
- Todos poseemos las ocho inteligencias cada una desarrollada a un nivel: desde únicamente aspectos más rudimentarios a niveles más avanzados de genialidad. Para la mayoría de nosotros nuestra situación sería tener alguna muy desarrollada, otras modestamente y otras subdesarrolladas.
- Al ser capacidades, se pueden desarrollar a través de su trabajo, dedicándoles tiempo y esfuerzo. En algunas este trabajo se verá más fácilmente recompensado y en otras costará mucho más, pero todos podemos desarrollar las ocho inteligencias hasta un nivel razonable de rendimiento si recibimos el apoyo, el enriquecimiento y la formación adecuada. Dentro de los límites de cada uno, claro.
- Aunque se hayan clasificado separándose para facilitar su estudio, cuando realizamos una acción no usamos un solo tipo de inteligencia: inconscientemente la visión, el enfoque y el despliegue se ven determinados por la interacción de estos niveles de inteligencia.
- Existen muchas formas de abordar un desafío desde cada tipo de inteligencia, es decir, estas inteligencias múltiples se aplican de diversos modos. Dos personas con alta inteligencia lingüística pueden desplegar acciones diferentes para resolver problemas en su día a día, uno puede leer mucho y otro narrar historias extraordinarias con su gran vocabulario; incluso puede darse el caso de que la primera persona no tenga un amplio vocabulario y que la segunda no sepa leer, siendo ambas personas genios en este tipo de inteligencia.
Los tipos de inteligencias múltiples (hasta la fecha):
Inteligencia lingüística. Las personas muy lingüísticas piensan en palabras y las utilizan para dar forma a su concepción del mundo; les gusta leer, escribir, explicar historias, los juegos de palabras; necesitan libros, casetes, objetos para escribir, papel, periódicos, diálogo, conversación, debates, historias.
Inteligencia lógico-matemática. Las personas muy lógico-matemáticas piensan razonando; les gusta experimentar, preguntar, resolver enigmas lógicos, calcular; necesitan materiales para experimentar, materiales científicos, y para manipular.
Inteligencia espacial. Las personas muy espaciales piensan en imágenes; les gusta diseñar, dibujar, visualizar, garabatear; necesitan arte, piezas de construcción, vídeos, películas, diapositivas, juegos de imaginación, laberintos, puzles, libros ilustrados, visitas a museos de arte.
Inteligencia cinético-corporal. Las personas muy cinéticas-corporales piensan a través de sensaciones corporales; les gusta bailar, correr, saltar, construir, tocar, gesticular; necesitan juegos de rol, teatro, movimiento, juegos de construcción, de3porte y juegos físicos, experiencias táctiles, aprendizaje manual.
Inteligencia musical. Las personas muy musicales piensan a través de ritmos y melodías; les gusta cantar, silbar, canturrear, crear ritmos con los pies y las manos, escuchar; necesitan cantar acompañados, asistir a conciertos, tocar algún instrumento en casa y en el colegio, instrumentos musicales.
Inteligencia interpersonal. Las personas muy interpersonales piensan transmitiendo ideas a otras personas; les gusta liderar, organizar, relacionarse, manipular, mediar, asistir a fiestas; necesitan amigos, juegos en grupo, reuniones sociales, actos colectivos, clubes, mentores/discípulos.
Inteligencia intrapersonal. Las personas muy intrapersonales piensan en relación con sus necesidades, sentimientos y objetivos; les gusta establecer objetivos, mediar, soñar, planificar, reflexionar; necesitan lugares secretos, soledad, proyectos propios, decisiones.
Inteligencia naturalista. Las personas muy naturalistas piensan a través de la clasificación y el orden de las cosas. Por ello diferencian y ordenan los elementos de la naturaleza y las formas naturales, de ahí que los naturalistas sean buenos gestores de sistemas; Al conocer las funciones de las partes, aprenden a valorar y a cuidarlas.
¿Inteligencia existencial? La pongo entre interrogantes ya que aunque se ha puesto muy de moda últimamente, para que un tipo de inteligencia sea considerado como tal, falta un requisito que es el de tener una parte del cerebro evolutivamente asociada a dicha inteligencia, y no es el caso de ésta. Aunque me parece interesante: plantea que las personas existencialistas piensan en función de su esquema de las grandes cuestiones de la existencia y toman decisiones acordes a las resoluciones a las que hayan llegado. Dentro de la inteligencia existencial está la parte espiritual.
LA INTELIGENCIA COMO FIN EDUCATIVO:
El fin de la educación es permitir a través del desarrollo de la persona que ésta sea feliz. Asocio la inteligencia con el valor de la felicidad en el sentido de que un individuo será más feliz si tiene sus necesidades cubiertas y si se desarrolla cubriendo más necesidades que le siguen surgiendo o decide tener (Al final, cubrir una necesidad se traduce en requisitos que se pueden formular en objetivos alcanzables).
Por tanto, una vez determinadas las necesidades que tiene esa persona en ese momento y traducidas en objetivos, la inteligencia pasa a tener protagonismo en el sentido de que permitirá de forma más o menos eficaz y eficiente el enfocar, plantear, desplegar, evaluar y mejorar las acciones que se empleen para lograr cumplir esos objetivos y así obtener un resultado percibido de felicidad.
Que las personas en su pasado y presente no tengan los mismos objetivos, por ser cualitativamente diferentes o simplemente porque ante una misma necesidad se planteen diversos niveles de exigencia, no es razón suficiente para no ampliar sus capacidades frente a los retos que hayan de venir en un futuro. Por eso, considero que se deben trabajar y desarrollar todos los modelos de inteligencia y seguir perseverando de forma continua en ellos, no siendo conformistas con el grado de eficacia y eficiencia al que hacemos las cosas, por muy sobresaliente que sea.
En efecto, la escuela debe ser un centro donde se desarrollen las capacidades de las personas. Por tanto, no creo que a nadie le sorprenda que sea un espacio donde las personas se vuelvan cada vez más inteligentes.
Pero, con todo esto, las personas son diferentes en el sentido de que su potencial y rendimiento de sus capacidades también lo es. Tienen puntos fuertes, áreas medias y capacidades más débiles, y aunque deban desarrollarse todas, no creo que deban desarrollarse por igual, ya que no tiene sentido que te empeñes en resolver un problema de una forma que para ti suponga mucho esfuerzo porque tengas un bajo rendimiento en dicha capacidad.
Una vez determinados cuáles son o no son tus puntos fuertes, lo suyo es potenciar más aquellos que a ti te renten mejor para lograr tus objetivos. Y, si hay que compensar porque necesites sí o sí una capacidad que te sea ineficiente para lograr un objetivo, o porque te suponga un riesgo grande a tu proyecto de vida, también hacer especial esfuerzo en potenciarla.
Además, las diferentes inteligencias se desarrollan de formas diferentes. Por ejemplo: para desarrollar la inteligencia lingüística se pueden fomentar más ejercicios de presentaciones orales, relatar historias o escribir respuestas a preguntas abiertas; mientras que para desarrollar la interpersonal podemos realizar reuniones o trabajos en equipo por grupos pequeños, asumir roles o fomentar la ayuda mutua con una serie de problemas.
También, me gusta remarcar que para que cualquier sistema u organismo cumpla unos objetivos, no dispone solo de una herramienta o un único plan para hacer las cosas, sino que, por si hay imprevistos, dispone de formas alternativas de lograr resultados favorables. En este contexto, la idea predominante es que no vale con hacer las cosas de un único modo porque se posea una única capacidad sobresaliente, sino que es necesario cultivar el máximo número de habilidades que sea posible para poder acometer con éxito incidencias y retos en un futuro imprevisto. La idea es que aunque tengas una carta muy buena, procures que no sea tu única jugada posible en la que bases en ella tu felicidad futura.
Como veis, la inteligencia sin un objetivo no existe, por ello, el primer paso a ser inteligente es definir tus objetivos a partir de tus necesidades. El segundo es identificar tus capacidades y evaluar potencial en función de tu rendimiento y capacidad de mejora en ellas; Y ya, con tu plan de acción y herramientas para actuar, poder emplearlas para alcanzar lo que te propongas.
Por supuesto, también hay otra cosa a tener en cuenta: igual que una persona no es buena por pensar bien, sino por obrar bien; una persona no es inteligente porque tenga capacidades que le lleven al éxito, sino porque las utilice. Y esto implica una voluntad. Por suerte, si nuestros objetivos están bien definidos, ser felices suele ser más que suficiente para motivarnos a ser inteligentes.
Mis valores educativos: la Excelencia como disciplina
Hasta la fecha siempre empezaba intentando definir los valores, pero como la excelencia es un concepto tan especial para mí, voy a intentar que lleguéis al concepto vosotros mismos.
Empiezo desmintiendo la idea de que sea un valor abstracto o cualitativo. La excelencia es real y se puede medir. Es más, es muy interesante medirla para ver el progreso real tanto de una persona o una organización respecto a su desarrollo, por lo que las cosas que voy a contar a continuación se aplican, no solo a una persona, sino también a un sistema de gestión de una organización (como puede ser un colegio) o incluso una sociedad.
Imaginemos una persona excelente, ¿qué cosas debería de hacer? Pues muchas y variadas, probablemente, pero si nos preguntamos ¿Qué temas debería tocar (de la forma que ella considere)? Ya la respuesta se afina mucho más y hay gente que con la mejor de las intenciones ha decidido escribir y enseñar sobre ello:
8 PRINCIPIOS DE LA EXCELENCIA: (Adaptación de un extracto del Club de Excelencia en Gestión)
1.- Añaden constantemente valor a las personas que les rodean comprendiendo, anticipando y satisfaciendo sus necesidades, expectativas y oportunidades. (Cuidando, desarrollando y ayudando. Incluso amando.)
2.- Se preocupan por el futuro: buscan la sostenibilidad y producen un impacto positivo en el mundo que les rodea porque mejoran las condiciones económicas, ambientales y sociales de las comunidades con las que tienen contacto.
3.- Desarrollan sus capacidades permanentemente. Se educan, forman y ponen a prueba con nuevos retos constantemente.
4.- Generan mayor valor y mejores resultados a través de la mejora continua y la innovación sistemática aprovechando la creatividad de las personas que les rodean.
5.- Lideran o reconocen líderes que dan forma a su futuro compartiendo una visión, su ejemplo inspira a otras personas y son íntegras en el desempeño de los valores que hayan adoptado.
6.- Se adaptan a los cambios con agilidad: son hábiles identificando y respondiendo antes oportunidades y amenazas en aquello que se proponen de forma eficaz.
7.- Buscan alcanzar el éxito en contacto con otras personas: comparten o alinean objetivos personales de sus proyectos y crean una cultura social de responsabilidad para cumplir los objetivos que se proponen.
8.- En aquello que se proponen, mantienen resultados sobresalientes en el tiempo y cada vez mejores.
Bueno, como calentamiento no está mal. Tenéis que saber que estos principios son objetivos, tienen una métrica que evalúa su desempeño y su puntuación depende de una rúbrica que desglosa cada uno de estos principios en una larga batería de subprincipios, a los que se les piden ciertos requisitos de respuesta práctica y real en el día a día. Y en función de esto, puedes tener una puntuación indicativa de lo excelente que eres.
Hay otra manera de evaluar la excelencia según EFQM, y es recurriendo a los componentes que forman los sistemas: Por dar un poco de contexto, la idea es que todo sistema (organización, persona, sociedad) hace cosas y esas cosas se traducen en resultados. Así pues, tenemos criterios agentes (las cosas que hacen, o también llamados enfoques) y criterios resultados (los resultados que obtienen). Estos criterios se evalúan y se puntúan de forma similar a los principios y se suman para dar una puntuación total.
Se supone que, si tienes un grado de excelencia en total alto, tanto la puntuación de los criterios agente como la de los resultados será elevada. Los criterios agentes se compondrán de una gran cantidad de enfoques que realizas, en relación a tu liderazgo, estrategia, aliados, recursos, medios, personas cercanas y tu orientación a la gestión por procesos. Los criterios resultado miden resultados tanto de percepción como de rendimiento en los grupos de interés y las personas, en la sociedad y el medio ambiente, resultados clave de tu proyecto y de sostenibilidad.
Está genial que hayan inventado esto, porque así puedes ver cuánto has progresado y lo que te queda aún por recorrer, ya que permite tu desarrollo y mejora, que es un principio de la propia excelencia.
En relación a la profesión de docente: un profesor debería ejemplificar en su persona todos los principios propuestos anteriormente. Además, un profesor, como persona excelente que busca sobresalir en su faceta de profesional, debe saber ser un experto en la gestión. No solo en su gestión sino en cualquier tipo de gestión: debe saber planificar, debe ser metódico y tener capacidad para detectar mejoras. Es más, un profesor debe enseñar como planifica, ejecuta, mide, revisa y mejora su trabajo a los estudiantes, ya que la gestión transciende a todos los ámbitos de la vida y hay muy pocas personas que sepan hacerlo.
LA EXCELENCIA COMO FIN EDUCATIVO:
Al final, el concepto de la excelencia es tener un lugar en el mundo y verlo con cierta actitud. Enfocarse a ciertos valores que permiten tu desarrollo en cooperación con el resto de personas con las que interactúas.
Por mantenerlo simple, la idea que quiero transmitir a los estudiantes es que pueden convertirse siempre en una mejor versión de sí mismos si nunca dejan de cuestionarse porqué hacen lo que hacen, porqué hacen las cosas de la forma que hacen, qué cosas hacen que se pueden mejorar y cómo podrían cada día ser un poco mejores que el anterior.
Una breve visión de la Calidad en el sistema educativo:
Por último, quisiera matizar lo que se conoce como “calidad en el sistema educativo”.
La calidad es un concepto que se ha tratado de forma errónea muy a menudo, asociándose a papeleo y burocracia, y está asociado a algo bastante diferente, pero que por su complejidad poca gente entiende y sabe trabajarlo bien, dando lugar a, en efecto esa carga de trabajo pesada e inútil que todos hemos sufrido, más aún si encima te la exigen desde una inspección.
La calidad es todo lo que somos, tenemos, hacemos y desarrollamos para satisfacer a los grupos de interés que interactúan con nosotros en nuestro día a día. La calidad es conseguir hacer feliz a la gente. Punto.
Si nuestro cliente o nuestro alumno percibe que el trato es adecuado, seguro que estará más contento y entenderá que tenemos una gestión más exigente en su trato.
Y ¿cómo les hacemos felices? Pues cumpliendo sus expectativas que hemos concretado en requisitos que conforman nuestros objetivos. Cuanto más sepamos orientar nuestras acciones a esos objetivos, más estaremos trabajando alineados con su satisfacción.
Y aquí llega el tema, en el sistema de gestión de una organización cualquiera, hay diferentes elementos que conforman algo que podríamos llamar los elementos básicos para hacer y aprender a hacer bien tu trabajo: me estoy refiriendo a cómo planificar, cómo ejecutar, cómo medir el desempeño y cómo mejorar lo que has hecho.
¿Dónde se suele organizar esta información? En la estrategia del centro, su plan operativo anual con el resto de planificaciones por procesos, la propia gestión por procesos, el sistema documental incluyendo los documentos de registro y otros documentos más específicos de cada sector.
Si no tenemos la información organizada en estos compartimentos, no tenemos un orden claro y la organización probablemente esté avocada al fracaso. Ésto no se ve claramente en el sector social porque no es muy competitivo (y menos si depende del estado, que les da bastante estabilidad), pero cualquier empresa que quiera sobrevivir y crecer tiene claro que debe montar su propio sistema de gestión y definirlo de manera formalizada.
La idea que quiero transmitir es que, con un sistema de gestión bien montado, ágil, eficaz y eficiente, ¡trabajar es lo más cómodo del mundo! Pero si se monta mal, cada persona hace las cosas a su manera, se repiten documentos porque la información no se integra automatizada o hay fallos de transcripción, el resultado son un montón de trámites burocráticos que solo nos estropean el día.
Consejo de consultor y gestor en sistemas de gestión: siempre hay un sistema de gestión implantado (sino la organización ni funcionaría), otra cosa es que esté más o menos formalizado, búscalo desde el primer día y encuéntralo. Quizá únicamente esté en la cabeza de tu jefe, o en la del superior a tu jefe, en cuyo caso, hazle saber que necesitas tener claro tu trabajo y proponle tú mismo formalizarlo por escrito. Vale la pena conocer cómo se trabaja en una entidad, mucho más que el esfuerzo que se puede tardar en darle forma. Y si ya lo tenéis formalizado, dedícale los primeros días a empaparte de él todo lo que puedas, porque es más importante que sepas trabajar dentro del centro a que seas brillante por separado, te va a ahorrar muchos problemas y saldrás airoso de muchos roces con otros compañeros menos profesionales.
¿Por qué escribirlo? Porque hay gente que cree tener las cosas en la cabeza, pero no es lo mismo tener las ideas que saber darles forma práctica. Al escribir las ideas se reflexionan y se analizan más, se concreta de lo abstracto a lo importante. Pide que la gente escriba. Además, por escrito y firmado, no hay margen de dudas ante lo que debes hacer y nadie puede cuestionar tu trabajo. Es garantía y registro de tu desempeño y esfuerzo.
Como en este sector está bastante mal visto la gestión exigente (o “empresarial” como la oirás llamar erróneamente, utilizando la raíz de empresa de una forma injustamente despectiva) es posible que nadie te apoye en estos temas, salvo una persona, y esa persona es el temido inspector de calidad.
Pero el objetivo de ese malvado inspector de calidad es ayudarte a hacer tu trabajo: te va a pedir las herramientas que hemos comentado antes para asegurarse de que puedas afrontarlo con éxito, porque si no las tienes posiblemente realices tu trabajo de una forma desorganizada y no logres cumplir tus objetivos educativos, siendo una rémora en el sistema educativo. Como evaluador y auditor, todavía no he conocido a ningún otro compañero de trabajo que vaya con malas intenciones, es importante que pensemos que el sistema intenta ayudarnos en vez de estorbar.
Dado que hay todo tipo de profesionales (y bastante malos en gestión en el sector social) y viendo que la educación es un punto clave en el desarrollo de la sociedad, el estado ha decidido obligar con normativa mínima e inspecciones de la misma. ¡El contenido de esta normativa no es otro que montar un sistema de gestión con los objetivos mínimos de los docentes! ¡Pero es que incluso si no estuviera, habría que montarlo al empezar a trabajar!
¿Por qué planificar, medir y evaluar sacando acciones de mejora si solo me pagan por hacer cosas? Qué pérdida de tiempo, ¿verdad? Se ha demostrado en estudios de más de 400 organizaciones que una persona que invierte un 40% de su tiempo de trabajo en estas tres acciones es al final del día un 16% más eficiente que otra que dedica el 100% a hacer cosas. Sorpresa, planificar no es perder el tiempo si se hace bien, es una inversión de tiempo. Si estás agobiado, planifica y mide. Todo lo que no midas, no puedes detectar si lo estás haciendo mejor o peor, por lo que posiblemente seguirás esforzándote ineficientemente y cansándote tú solo.
Y aquí viene el problema: quien diseñó esa norma, sabía mucho de leyes, un poco de educación y le sonaba lo que era la gestión. La LOE y la LOMCE contienen algo que se parece a un intento de integración del modelo EFQM de excelencia europeo y una norma ISO9001 de calidad adaptadas a un centro educativo. Es verdad que ambas regulaciones intentan ser genéricas y abiertas para que cada organización pueda hacer las cosas de la forma que ella considere, pero la legislación no es que sea abierta, es que es un batiburrillo de ideas que no da base a casi nada.
Un sistema de gestión se basa en una orientación a objetivos. Estos objetivos tienen que tener una cualidad (cantidad de alumnos por profesor en clase, puntos que sacan en una nota… o en relación a aprendizajes: % de veces que resuelven un tipo de problema con éxito, cantidad de orgánulos que identifican al microscopio…) y un componente que marca el nivel de exigencia, que pocas veces puede ser algo más que una magnitud (según lo mencionado anteriormente: 30 alumnos por cada profesor en clase, sacar un 9, resolver el 80% de las veces el tipo de problema, saber identificar 4 orgánulos al microscopio). Y como una componente es una magnitud, es necesario medir para saber si cumplimos con el nivel de exigencia.
¿Por qué necesitamos urgentemente un nivel de exigencia? Porque si no, por muy cualitativos que seamos, no tenemos forma de decir que estamos progresando hacia delante, o sí, pero puede que a pasos agigantados o a una velocidad irrisoria. No nos da seguridad de la eficacia de esas acciones y no nos permite ni compararnos con las personas más aventajadas que nosotros ni ver cómo progresamos. Esto es algo importantísimo hablando de desarrollo y no hay manera de comprobarlo cualitativamente. Es por eso que luego en informes de comparación, damos resultados muy por debajo de lo necesario.
¿Qué han hecho en la normativa? Repito, una chapuza: han cogido el nombre técnico de los resultados mínimos con los que nos quedamos satisfechos al perseguir los objetivos que se emplea en calidad (estándares de calidad) y, asociados a los objetivos de educación (que suponemos que son los contenidos) han definido otra categoría que han llamado estándares educativos, asumiendo que son los mínimos conocimientos exigibles para darse por satisfechos respecto a los objetivos.
Estos estándares educativos no están alineados cualitativamente con los objetivos de educación (puedes encontrar en objetivos: “1. Iniciación a la metodología científica.” Y en estándares cosas como “1. Utilizar adecuadamente el vocabulario científico en un contexto preciso y adecuado a su nivel.”)
Sí, vale, vemos que hay relación. Pero ¿no habría sido más fácil decir: objetivo: “Sabe definir y emplear las 50 nuevas palabras del tema x” y estándar: “Sabe definir y emplear al menos 25 de las 50 nuevas palabras del tema x”?
La mayor calidad se obtiene manteniendo las cosas simples. Asumiendo que un tema complejo no se puede simplificar, lo que se demuestra es que no se controla el tema.
Mi conclusión es que, aun siendo verdad que es un tema complejo, para implantarlo y exigirlo debe estar bien formalizado y bien explicado. Y no está ni lo uno ni lo otro. Para que se formalice bien, la persona que hace la norma debe saber de leyes, de gestión y de educación (un perfil que probablemente pocos tengan) y para explicarlo bien hay que hacerlo sencillo, con los menos elementos cualitativos variables posibles.
Sólo si mejora la normativa (ya que en este mundo profesional, la ley es el motor del cambio, no tanto la exigencia con el propio trabajo) se puede optar a un cambio en la percepción de las personas de este sector con respecto a la calidad. La otra opción pasa por impartir formación de temas de gestión a los profesores (algo que me parece muy útil en cualquier profesional), pero que no se va a dar por su coste particular.
Por esta misma razón, mi proyecto fin de máster estará orientado (si me dejan los profesores) a buscar una manera de simplificar la legislación e integrar una gestión ágil y eficiente de nuestro trabajo. Creo que ahora que tengo alguna pincelada del trabajo de docente y sé lo que necesita, si consigo extrapolar un modelo más sencillo que presentar a la administración, quizá pueda fomentar un cambio positivo del sector.
Conclusiones:
Consideré que lo que me podría aportar más valor con esta reflexión era concretar mis fines educativos para así saber cómo debo afrontar las situaciones con las que me encuentre como profesor.
He analizado la red nomológica de enseñanza hasta llegar al concepto de educación y he reflexionado acerca de lo que yo considero que debería ser el objetivo final de la educación: hacer una sociedad más feliz, que es el mío personal.
Ya que educar implica enseñanza en valores y he decidido que voy a ser educador en vez de un simple formador, he reflexionado acerca de lo que representan para mí los valores que considero que debo enseñar y cómo se aplicarían en la educación: Bondad, Trabajo por la paz, Justicia empática, Libertad, Enfoque inteligente y Excelencia.
Por último, he comentado mis impresiones acerca de la calidad en la gestión de este sector y me he propuesto cambiar algo.
Creo que en un ensayo de este contenido no se puede menos que agradecer a nuestros profesores su tiempo, esfuerzo, uso del lenguaje y buena intención para orientarnos, ya que es de las pocas profesiones que por su elección honran a quienes alguna vez nos dieron clase.
Cierro con una frase de una conocida serie inglesa: “Los grandes hombres se forjan en el fuego de la pasión. Es el privilegio de algunos poder encender esa llama.”
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