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¿Qué significa para mi ser un profesor?

La profesión de docente es un trabajo, mentiría si dijera que no espero un puesto cómodo, estable y que me permita sostener económica, social y profesionalmente mi forma de vida.

Pero no sólo es eso, porque yo ya tenía una profesión, ser profesor ha sido una elección ante una vocación que llevaba tiempo llamándome y que se ha convertido en una oportunidad y un objetivo personal en mi vida. Es una pasión que puedo disfrutar y una recompensa por haber orientado mis logros académicos y profesionales de esta forma.

Se profesor es ser un comunicador y un experto en el arte de transmitir conocimientos. También se supone que somos expertos en nuestra materia, aunque la experiencia me dice que si no sabes algo, siempre se puede aprender, por lo que, más que expertos en la materia, debemos ser expertos en hacerla llegar a los alumnos.

Precisamente porque la comunicación oral es una mis puntos más débiles, ser profesor es una oportunidad para corregirlo; en esta misma línea de pensamiento, es mi oportunidad de desarrollar mis puntos fuertes como el diseño de juegos o la curiosidad por el desarrollo de la ciencia.

Desde el punto de vista de la gestión, ser un profesor implica saber gestionar los procesos asociados a tu puesto, que generalmente son procesos de enseñanza de asignaturas, así como procesos de tutela. Ser un profesional implica saber planificar, ejecutar, medir y mejorar todo aquello que realizas. Los profesionales que son buenos no se limitan a hacer bien únicamente la parte de ejecución. Es más, me atrevería a decir que la diferencia de un profesional bueno a uno que se cree bueno es la orientación a la mejora continua.

Evidentemente, a lo que se dedica un profesor es a enseñar una materia. Pero creo que vengo a impartir enseñanzas y no a instruir personas. A su vez, esa enseñanza debe ser educativa, es decir, que no puedo enseñar cualquier contenido ni de cualquier manera, teniendo en cuenta las necesidades del alumno.

Muchas veces hemos comentado en clase que la educación es un motor del cambio, y la educación en valores comienza en la ejemplificación de esos valores en la figura del profesor. No sé si llamarlo revolucionario, pero un profesor no debería dejar a sus alumnos indiferentes sin animarles a llenar su vida con cambios de comportamiento a mejor. Y, como ya he dicho, debe ser ejemplo y embajador de esos valores que él elige.

Además, como persona educada, no puede menos que elegir ciertos valores cívicos para una correcta convivencia y demostrarlos, como tratar a los alumnos con respeto, justicia e igualdad de oportunidades. Espero del puesto de profesor que no sea una pieza más de una maquinaria de producción, sino que dé a cada alumno un trato individualizado y personalizado.

En la figura de orientador, el profesor es supervisor y redirector de los estudiantes a su tutela, pero deja que ellos decidan por sí solos sus objetivos y sus acciones.

Steiner, Lecciones de los Maestros: “El deseo de conocimiento, el ansia de comprender, está grabada en los mejores hombres y mujeres. También lo está la vocación de enseñar. No hay oficio más privilegiado. Despertar en otros seres humanos poderes, sueños que están más allá de los nuestros; inducir en otros el amor por lo que nosotros amamos; hacer de nuestro presente interior el futuro de ellos: ésta es una triple aventura que no se parece a ninguna otra.”

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